Introducción
Los calabacines combinan estupendamente con la cebolla y los huevos, y es muy frecuente encontrar estos ingredientes en revueltos, zarangollos y otros platos de tradición en nuestra geografía. Nosotras os proponemos hacer una tortilla con estos ingredientes, a los que añadiremos un algo de patata para que quede un poco más compacta.
Nuestra madre, aficionadísima a las verduras -incluso mucho más que nosotras-, no dudaba en preparar tortillas con todas las de temporada que tuviese a mano, muchas veces creando unos auténticos pasteles de colores y sabores que ofrecían unos contrastes deliciosos a la vista y el paladar. Eran la delicia de todos nuestros amigos, a los que invitaba a cenar con cierta frecuencia. Además, solía añadirles en ocasiones atún, o chorizo, o jamón, o queso... de acuerdo con una regla de sabores que nunca le fallaba, pues escogía siempre los complementos más adecuados para cada combinación de verduras.
Eran tiempos oscuros del franquismo, como os hemos dicho muchas veces, tiempos de tristezas que solo se mitigaban con el buen ánimo y las reuniones con los amigos en torno a la cocina, por humilde que esta fuese.
Mi padre no podía vivir sin enseñar, como buen maestro de la República, pero tampoco sin su montaña, así que siempre estaba enredado en asociaciones de montañeros que, en ocasiones, inevitablemente se convertían en curiosos grupos de "conspiradores contra el dictador". Tras unos episodios algo problemáticos en uno de los clubes de montaña, le convencieron unos jóvenes muy atrevidos y que le estimaban muchísimo -de los que bien podría haber sido su padre por edad-, para que formase con ellos una asociación regida por un reglamento muy democrático para aquellos tiempos. Pero no tenían local social ni dónde reunirse, así que mi madre consentía en que apareciesen por casa una vez por semana a celebrar reuniones en que se hablada de montaña y de muchas otras cosas. Como esto ocurría cuando todos habían salido del trabajo, a última hora de la tarde, mi madre los invitaba a quedarse a cenar en casa. Una cena, según ella, rápida y al gusto de todos, pues había algún vegetariano en el grupo, incluía siempre una buena tortilla. Una de las más sencillas de toda esa variedad que ella elaboraba era ésta de calabacines. Os animamos a que después de elaborar esta receta deis el salto a preparar tortillas con todo lo que se os ocurra, utilizando vuestro buen criterio en la elección y asociación de las verduras y complementos con el fin de que los sabores se acompañen sin perder su identidad y los colores sean atractivos.
Eran tiempos oscuros del franquismo, como os hemos dicho muchas veces, tiempos de tristezas que solo se mitigaban con el buen ánimo y las reuniones con los amigos en torno a la cocina, por humilde que esta fuese.
Mi padre no podía vivir sin enseñar, como buen maestro de la República, pero tampoco sin su montaña, así que siempre estaba enredado en asociaciones de montañeros que, en ocasiones, inevitablemente se convertían en curiosos grupos de "conspiradores contra el dictador". Tras unos episodios algo problemáticos en uno de los clubes de montaña, le convencieron unos jóvenes muy atrevidos y que le estimaban muchísimo -de los que bien podría haber sido su padre por edad-, para que formase con ellos una asociación regida por un reglamento muy democrático para aquellos tiempos. Pero no tenían local social ni dónde reunirse, así que mi madre consentía en que apareciesen por casa una vez por semana a celebrar reuniones en que se hablada de montaña y de muchas otras cosas. Como esto ocurría cuando todos habían salido del trabajo, a última hora de la tarde, mi madre los invitaba a quedarse a cenar en casa. Una cena, según ella, rápida y al gusto de todos, pues había algún vegetariano en el grupo, incluía siempre una buena tortilla. Una de las más sencillas de toda esa variedad que ella elaboraba era ésta de calabacines. Os animamos a que después de elaborar esta receta deis el salto a preparar tortillas con todo lo que se os ocurra, utilizando vuestro buen criterio en la elección y asociación de las verduras y complementos con el fin de que los sabores se acompañen sin perder su identidad y los colores sean atractivos.
Esta tortilla de calabacines resulta muy jugosa y apetirosa y toda nuestra vida nos acompañó cuando íbamos a pasar el día a la sierra o a la playa, ya que es tan deliciosa caliente como fría.

Ingredientes
- 5 huevos.
- 650 gr. de calabacines (2 piezas medianas).
- 1 cebolla.
- 1 patata de 150 gr.
- aceite suficiente para freír (luego se retira).
- Sal.
Mientras, pelar, lavar y trocear del mismo modo la patata, pero en recipiente aparte.
Quitar las capas secas y duras de la cebolla y partir en plumas finas o en dados pequeños (o con la picadora eléctrica con pocos golpes para que no se triture demasiado).
Poner al fuego una sartén con suficiente aceite para freír las verduras. Echar primero la cebolla y en un minuto o poco más, cuando sólo haya perdido un poco de su entereza, añadir la patata troceada. Freír hasta que ablanda, removiendo de vez en cuando y evitando que se dore.
Transcurrido el tiempo de reposo para los calabacines puestos con sal, se estrujan bien con las manos para ayudarles a perder el agua, se enjuagan con agua abundante para que pierdan la sal y se vuelven a estrujar para que queden bien escurridos.
Retirar gran parte del aceite del fondo de la sartén, dejando en ella las patatas con la cebolla, e incorporar las rodajas de calabacín. Proseguir cociendo con el aceite que ha quedado, removiendo frecuentemente, hasta que todo esté ablandado.
Variantes del plato
Se le puede poner un poco de queso parmesano añadido al huevo batido, y un poco de perejil picado.
Las tortillas, como todos los pasteles con huevo, admiten infinidad de ingredientes, y esta tortilla de calabacines no es una excepción.
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