30 noviembre 2016

Turrón de Alegría (Guirlache)


Introducción


A vueltas con las tradiciones afincadas en todas las tierras del antiguo reino de Aragón, os presentamos el turrón de guirlache, nombre que algunos quieren hacer derivar del término grillage (tostado, sinónimo de grille) en tierras francesas.

Es posible que el nombre sí, pero adoptado a lo fino hacia los inicios del siglo XX cuando se intenta dar cierta alcurnia a la cocina española rebautizando, platos con un toque de modernidad y  de glamour.

Lo cierto es que por Aragón se le llamaba torronico de alegría (porque se le añadía también semillas tostadas de sésamo o ajonjolí, o alegría, que de todas estas formas se nombra, junto con la almendra y el azúcar). ¿Cómo se le denominaba por Alicante, tierra de turrones?... No tenemos ni idea, pues desde que comenzó la industria turronera por Xixona y sus cercanías ya se le dio este nombre más sofisticado de guirlache que había impuesto hacia comienzos del siglo XX el confitero Teodoro Bardají  a su vuelta de su estancia formativa en Francia. 

En nuestra casa aún mi madre le llamaba de "Turrón de Alegría", era el que más le gustaba aunque casi nunca llevase ya las semillas que le daban ese nombre.

No es nuestra intención hablar de la historia del turrón en general ni del de Xixona en concreto pero sí recomendaremos para los más curiosos un artículo en la red de Antonio Plá Ferrándiz muy bien ilustrado.


Ingredientes
  • 300 gr. de almendra entera pelada.
  • 500 gr.de azúcar
  • 2 o 3 cucharadas de semilla de sésamo tostadas (ajonjolí o alegría).
  • el zumo de 1 limón (opcional).
  • aceite o mantequilla suficiente  para untar moldes.
Preparación


Tostar las almendras levemente dentro del horno con muy poco calor hasta que adquieren un color ligeramente dorado (si no hemos comprado las almendras peladas y tostadas).

Preparar la superficie donde se va a verter la masa hasta que se enfríe (un recipiente donde pueda extenderse en capa fina, o varios o la tabla de mármol de la cocina si la tenemos), bien untados  de aceite o mantequilla o cubierto el fondo con pan de ángel (obleas).

En un recipiente de acero inoxidable preferiblemente (más fácil de limpiar), poner el azúcar a calentar -con o sin el zumo del limón, según gustos-, hasta que comienza a tomar un color dorado claro y se va formando el caramelo. Añadir las almendras y remover mientras termina de dorarse el azúcar. Finalmente incorporar las semillas de ajonjolí y darle unas vueltas aún fuera de todo el calor.

Verter en la superficie ya untada que tengamos preparada o moldes y dejar enfriar. Antes de que esto ocurra alisar la superficie con ayuda de un rodillo o una botella de vidrio bien untada. Dejar enfriar del todo antes de guardar envuelto en papel de cocina en recipiente hermético y seco para que no se ablande.
Otros detalles


Como el azúcar tostado conserva mucho el calor, hay que  llevar cuidado de no pasarse con el fuego, porque aún fuera de él sigue tostándose y puede quemarse y dar al traste con la faena.
Variantes del plato

No sé si en casa nos gusta mucho más con piñones en lugar de almendras, a Raquel sin lugar a dudas.También están las variedades de avellanas y cacahuetes, que se elaboran exactamente igual.Hay quien le añade anises de confitería, de los que van envueltos en azúcar como las peladillas.

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