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A nuestra amiga estas patatas guisadas se las enseñó a hacer su abuela, así que al menos en su casa cuatro generaciones las tienen bien asentadas en la memoria a través del paladar, pues Bea ya se las comienza preparar a su nieta, que huele el guiso en la cocina desde que nació.
Hay "patatas a lo pobre", así que estas deberían llamarse "patatas a lo rico", pues de ricos era poder añadir un buen puñado de almendras a la cazuela.
Sea de donde sea el origen del plato, lo que está clarísimo es que comparte los gustos de toda la cuenca mediterránea, sin duda, y podría prepararse por igual en el Norte de África -que quizás fue donde lo empezó a preparar la abuela de Bea-, o en cualquier lugar próximo a este mar de la "Koiné".
Las patatas guisadas con almendras que hace Bea merecen incorporarse a nuestro recetario porque beben de la cocina más tradicional de nuestro país, con ese majado de almendras, pan, ajos y perejil, son dignas herederas de la tradición medieval de las tres culturas que tanto nos enorgullecen, aunque claro, el guiso es de lo más "moderno" con las patatas -incorporadas a nuestra cocina a finales del siglo. XVI y el pimentón en el XVII.
Como primer plato invernal es magistral.
Ingrediente
(Para 4 comensales)- 5 patatas medianas variedad monalisa (o las que se prefieren para cocer).
- 50 gr. de almendras crudas peladas.
- 3/4 L aprox. de caldo de cocer verduras o de agua.
- 1 rebanada de pan de hogaza o dos de barra de pan.
- 3 dientes de ajo.
- 1 cucharadita de pimentón dulce (ahumado o picante según prefiramos).
- 5 cucharadas de aceite de oliva. (60-75 ml).
- 3 ramas de perejil.
- Sal al gusto.
Preparación
Calentar en una cazuela 4 de las 5 cucharadas de aceite de oliva y freír en primer lugar los dientes de ajo hasta que se doran, se retiran y se reservan en el mortero.
En el mismo aceite freír ahora las almendras y las rebanadas de pan, hasta que se doran, cuidando de que no se tuesten demasiado. Se retiran y reservan también en el mortero, donde añadiremos el perejil y el pimentón, junto con algo de sal, para machacar junto y conseguir una pasta espesa con las almendras picadas pero no totalmente deshechas.
En la misma cazuela se añade la otra cucharada de aceite -porque el que se puso al inicio habrá disminuido al freír el pan-, y se rehogan las patatas troceadas hasta que comienzan a tomar color.
Entonces se les añade el caldo o agua hasta cubrirlas y se mantienen cociéndose hasta que comienza a hervir, que es el momento de verter el contenido del mortero. Se deja cocer todo junto a fuego muy flojo para que no se pegue al fondo de la cazuela, se repasa de sal y se remueve de vez en cuando hasta que las patatas han ablandado y la salsa se ha espesado (20 minutos más o menos).
Servir a la mesa caliente, y para darle vistosidad se le espolvorean unas hojas de perejil que le darán color.
Variantes del plato
O completamente reducido el caldo, con salsa espesa, caso de las que hemos puesto en la foto de arriba.
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