13 mayo 2016

Carlotas aliñadas con orégano (Antipasto)



Introducción


En nuestra tierra, no sabemos si perdura la costumbre, se llamaba zarahorias a las moradas y blancas y carlotas a las de color naranja. Ya os hemos contado en otra receta que esta variedad se consiguió en Holanda en honor de la casa de Orange, así que no insistiremos más en la historia de este alimento.

Sin embargo, nuevamente nos topamos con la tradición de los encurtidos y los antipastos (aperitivos) tan tradicionales de la cocina judía y extendidos por Italia, y queremos hacer hincapié, no en la forma de conservar verduras -de la que también os hemos hablado en más de una ocasión al respecto de escabeches y alimentos vegetales en vinagre-, sino en los aperitivos, antipastos, o como dejó escrito Juan Valera en 1857 "los prolegómenos", ya que nuestro escritor no supo qué nombre ponerles pues los conoce en lengua rusa y los degusta por primera vez en la corte zarista de San Petersburgo.

En esa fecha el joven Don Juanito formaba parte de la embajada española a las órdenes del Duque de Osuna (Si no habéis visto la obra de teatro Treinta grados de frío, de Teatro del Astillero, os la recomendamos para reír a carcajadas), y envió desde Rusia una buena colección de cartas de las que extraer todo tipo de datos interesantes, además de enterarnos de los entresijos de la peculiar diplomacia que ejercía el ostentoso duque de Osuna, y hasta de detalles picantes de la vida de nuestros embajadores. Es sabrosa, en cuanto a la gastronomía -que es por lo que la citamos aquí-, la carta del 20 de enero del año 1857 donde sugiere Valera que 
"si algún mercader se aventurase a enviar por aquí (...) jamones y otras golosinas de cerdo como chorizos, salchichas y embutidos, lo vendería todo a muy alto precio, y aquí se lo manducarían, para hacer boca, en aquella especie de prolegómenos que hay antes de cada comida".
Esta es la primera vez que hace referencia a los aperitivos, que no ha conocido en España, ni en París, ni en Nápoles ni en toda Italia ni en Londres... y de los que dice que los rusos tienen costumbre de tomar en unas salas distintas de los comedores donde después se sirven con todo protocolo las comidas o cenas.

Bueno, pues estas carlotas son excelentes como entrada o prolegómeno, con una birrita o un vermú o un vino..., como proponíamos hacer con la concia de calabacín. Son entrantes muy ligeros y agradables, no muy pesados, que abren boca (Valera dixit) para una estupenda comida.
Ingredientes
(Para 6/8 comensales)
  • 700 gr. de carlotas (zanahorias de color naranja).
  • 5 cucharadas de vinagre.
  • 1/2 vaso de aceite de oliva.
  • 1 cebolla cortada en rodajas.
  • 1 cucharada de pimienta en grano.
  • 1 cucharada de orégano.
  • Sal (al gusto)



Preparación

Pelar y cortar en rodajas gruesas las carlotas y cocer en abundante agua unos 4 minutos, (que estén cocidas pero no blandas). Escurrirlas bien y añadir en caliente el vinagre, la sal, la cebolla cortada en rodajas finas, el orégano y la pimienta, y por último el aceite. Remover bien y dejar enfriar. Al servir nosotras preferimos prescindir de la cebolla.
Otros detalles

Se puede conservar bastante tiempo, por lo que conviene hacer cantidad y tener para varias veces. Incluso guardar en botes de cristal herméticamente cerrados.
La cantidad de vinagre depende un poco del gusto de quien lo prepara, como sucede siempre con la sal.
Variantes del plato

En algunos lugares del Oriente mediterráneo, como El Líbano, se preparan también de este modo los nabos y los rábanos.
Al modo de Al-Ándalus se preparan con ajos cortados, en lugar de cebolla, y hierbabuena y cominos en lugar de orégano.
Otra variante muy apetitosa se prepara añadiendo al servir un poco de miel. De este modo acompaña muy bien los pescados.

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