13 marzo 2016

Ensalada templada de calabaza y rúcula


Introducción


Esta ensalada semi fría nos transporta con el paladar a Italia, por la mezcla de ingredientes tan frecuentes en su cocina. Nos llama la atención que los romanos de la antigüedad para tener en consideración una verdura o fruta necesitaban encontrarle propiedades afrodisíacas, y así hicieron con la rúcula, planta silvestre que comenzaron a cultivar aunque en pequeña escala ya hace 2000 años.

Esta planta, (eruca vesicaria) conocida también como "oruga" es propia de climas mediterráneos, pero su uso en crudo casi quedaba limitado a Italia, concretamente a la zona del Véneto, hasta que hacia los finales del s. XX comenzó a popularizarse y extenderse por todas partes. Curioso que en otras regiones se consuma cocida, como ocurre en el Mabreb y en ciertas zonas de Andalucía y Levante.

El resto de ingredientes no dejan de ser propios de toda la geografía mediterránea, pero la combinación sin duda tiene su origen en la cocina italiana, y más si añadimos un toque de queso de cualquiera de sus regiones.

Si nos detenemos un momento analizando todos sus ingredientes, veremos que con mucha probabilidad este plato podría haber formado parte de cualquier banquete digno de un emperador de peli peplum hollywoodiense.

Acompaña muy bien platos de ave y caza.

Ingredientes
(Para 4-6 comensales)
  • 350 gr.de calabaza.
  • 100 gr. de rúcula fresca.
  • 1 Cebolla roja, o cebolleta tierna.
  • 10 gr. de piñones.
  • 1 diente de ajo.
  • 1 guindilla seca (opcional).
  • 2-3  cucharadas de vinagre.
  • 4-5 cucharadas de aceite.
  • 1 cucharada de miel.
  • 1 cucharada de sésamo tostado o crudo.
  • 50 gr.de queso parmesano o pecorino cortado en láminas finas (opcional).
  • Sal, al gusto.
Preparación


En primer lugar poner a asar en el horno la calabaza sobre  un molde forrado de papel para evitar que se adhiera, ya troceada para que tarde menos tiempo en ablandarse (unos 15 minutos). O bien cortar la calabaza en láminas de menos de un centímetro de grosor y ponerlas sobre una plancha caliente para que se ablande y tome color por las dos caras.

Partir en rodajas o gajos finos la cebolla y ponerla en un recipiente con agua, la cucharadita de azúcar, la cucharadita de sal y una cucharada de vinagre, para que se macere y pierda parte de los gases.

Mientras se enfría un poco la calabaza, preparar la salsa del siguiente modo: En una sartén o cazo calentar el aceite y dorar en él los piñones, el ajo partido en láminas y la guindilla. Apagar el fuego y  retirar la guindilla antes de añadir el vinagre y la miel y remover con ayuda de un tenedor batiendo para que se amalgamen los ingredientes.

En una fuente para servir disponer un lecho con la rúcula y la cebolla escurrida. Colocar encima los trozos de calabaza y las láminas de queso, y finalmente rociar todo con la salsa. 
Otros detalles


La calabaza podemos tenerla ya asada y en ese caso templarla un poco en sartén o en microondas.


Variantes del plato


La guindilla da un toque muy especial a la salsa, pero si no nos gustan los sabores picantes, podemos prescindir de ella, o sustituirla por otras especial o hierbas a nuestro gusto.

Se puede sustituir la rúcula por otra verdura de hojas o por mezcla de brotes tiernos, especialmente de espinacas.

Si se le añaden picatostes, ponerlos sobre la salsa, para que se mantengan crujientes.

Se pueden sustituir los piñones por semillas de sésamo y calabaza.



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